El futbol puede ser un buen tema para mirar en la pantalla grande, desgraciadamente en México, la mitad de su futbol es como la mitad de su cine… pésimo.
El largometraje de Pedo Álvarez Tostado quiso reflejar valores dentro del futbol así como amistad, drama y esperanza.
La cinta comienza con dos niños Luis Guerrero (Sebastián Zurita) y Carlitos (Francisco Villalvazo) que nacen el mismo día y en el mismo hospital y aunque uno de ellos tiene una discapacidad, es gracias al futbol que se conocen y logran una amistad de la cual se ven obligados a separarse. Con el tiempo Luis Guerrero se convierte en un jugador profesional del equipo Pachuca, mientras Carlitos es su fiel seguidor. Tras una lesión de “la estrella del futbol mexicano”, Carlitos logra tener contacto con su amigo de la infancia, y es cuando a media película, comienza la trama.
La falta de recursos visuales siempre ha estado presente en muchas películas mexicanas (y ésta no es la excepción), ya que se prefiere a un narrador antes que acudir a la creatividad visual para contar parte de la historia.
Sin hablar de las tomas estresantes y mal hechas simulando un partido de futbol, donde no se aprecia más que un balón con juego de secuencia barridas estilo “súper campeones” (caricatura japonesa) y audio exagerado y sin sentido, podemos rescatar la actuación de los actores tanto principales como secundarios, que no tuvieron la culpa de participar en una cinta con un guión mal hecho, con diálogos exagerados para crear una súper estrella del futbol que hasta la fecha no se ha visto en México.
Aunque la película quiso rescatar valores y darnos un mensaje de superación personal, el tema no fue tratado de manera seria, puesto que el drama parece haber llevado a la pantalla grande un episodio más de “La Rosa de Guadalupe” con comerciales de Club Pachuca.
Ricardo Tazman